martes, 19 de febrero de 2008

GUILLERMO DE POSFAY



A Guillermo de Pósfay lo conocimos en alguna de las noches de Plaza Serrano. Vendiendo libros.
Por aquel entonces estabamos Pablo Struchi, Diego Arbit, él y yo, recorriendo mesas con nuestros libros, tratando de acercar las letras a la gente. Nunca mejor eso "del autor al lector". Generalmente con Strucchi nos gastábamos la recaudación en cerveza y charla. Guille y Diego siempre fueron mucho más constantes con su causa, cosa que me causaba inmensa admiración. recorrían Buenos Aires de punta a punta con su obra bajo el brazo.
Tuve la suerte de estar con ellos en el momento y lugar exacto en que creamos la aei (Agrupación de Escritores Independientes), y lo que fué el génesis de )el asunto(.
Guillermo es un tipo especial, en serio, conocerlo es toda una experiencia. Su obra trasciende el libro para sudar asfalto, locura, soledad, desahogo, odios, calle... sobretodo eso, mucha calle.
La última vez que estuve en Buenos aires no lo ví, pero de recorrer centros culturales y presentaciones literarias, pude sentir que hay para con él (como para Arbit, Strucchi o )el asunto() un respeto muy grande. Ví gente que hablaba de aquellos años de Plaza Serrano como de la mitología misma. Como de algo muy lejano e irrepetible. Me llamó mucho la atención, debo reconocerlo.

La naturalidad de nuestras acciones tal vez hayan servido de algo, pensé.

Ojalá.

Les dejo un post bastante completo con la obra de Guille. Espero disfruten tanto de su obra como lo hago yo.

Juan P Souto



Biografía Guillermo De Pósfay nació el 5 de mayo de 1973 pero se llamaba así desde hacía unos meses. Hijo de Norma Rey y Miguel Andrés Tomás Carlos María Pancracio Pósfay Kisbarkoski Von Nagy pasó su infancia en el barrio porteño de Parque Patricios, donde probó suerte en el club de fútbol Huracán del que más tarde lo echan porque durante los partidos juega a que es un helicóptero que sobrevuela la selva.
En la secundaria edita la revista de la escuela durante tres años y al egresar cursa un año de periodismo que abandona decepcionado mientras trabaja en una publicación veterinaria y publica cuentos en distintas revistas.
Viaja por sudamérica y europa como mochilero. Escribe ocho libros entre su niñez y adolescencia y en 1996 edita el noveno, Diffenbachia, el cual lee, le disgusta, se arrepiente, y deja de mostrarlo.
En 1997 escribe La Poesía de la Sábana Blanca a su novia que decide abandonarlo el dia que lo termina y se lo muestra. En venganza escribe La Poesía de la Sábana Negra, libro que más tarde fue suicidado. Ese mismo año se muda con cinco amigos artistas y crean la agrupación silbando bajito con la cual editan la revista El gatillo de la luna y con la que en adelante editará todos sus libros.
En 1999 su libro Huesos cuenta las experiencias de la convivencia en dicha casa. En 2000 crea un taller literario para niños donde ninguno se anota y edita SED, novela autobiográfica con una amplia descripcion de Buenos Aires. En 2001 escribe en colaboracion con Pablo Cortez el guión cinematografico La trilogía del fuego y colabora con la agrupación de escritores independientes junto a Strucci, Arbit y Souto.
En 2002 edita Allegro Andante, poesía en prosa con gran cantidad de imágenes sobre la crisis que sufre el país, y la revista Isquiña (pregunta, en aymará).
En 2003 edita Yerba Mate Libre su primer novela de ficción en donde narra un presente con el mate prohibido. Todos sus libros fueron diagramados compaginados armados y vendidos por él y sus amigos.





Fragmento de su libro SED (2000)


Salir de ese sitio para remontar la ciudad es desconsolador. No le encontrás sentido a tanta monotonía de veredas y casas y edificios construidos en serie. Construyen edificios al lado de casa y en la otra cuadra y dos calles mas allá y sí levantás la vista te chocás contra una pared. Cada vez es más difícil ver el cielo y la luna. ¿cuál es el piso promedio de esta ciudad? Si lo calculo entre mis amigos me da un cuarto piso ¡no se puede vivir tan lejos del suelo! En La Boca la historia se oxida. El resto de la ciudad será irreconocible en quince años. No quedará una sola casa de la infancia de nadie. Será todo nuevo, moderno, chato y de grandes alturas. Horas más tarde estoy en el Mercado de las Flores. En otra época hubiera dado mi vida por una rosa azul. Ahora observo las flores apiladas, atadas por el tallo. Belleza arrancada, belleza cultivada para marchitarse. Japoneses exhibiendo sus orquídeas experimentales. Floristas con las manos llenas de cicatrices de las espinas de las rosas. Naturaleza muerta, bien muerta, exhibiéndose. Changarines arrastrando canastos entre la multitud. El color te desborda los ojos. Nieve de isofilia. Manchas rococó. Flores teñidas. Plantas sin raíz. La droga del saptifilium. Y a la hora que los diarios nacen, cuando mi garganta ya no es tierra ni ripio si no que está pavimentada, voy paseando por Palermo sensible ¡Palermo sensible! ¡un nombre que me estremece! Un tipo me pide fuego y me acaricia la mano cuando le paso el encendedor. Otro me pide monedas dos veces en el lapso de una cuadra. Orgulloso me muestra su tatuaje en el paladar y también me cuenta que una araña le picó el ojo mientras dormitaba contra un farol. Mas allá, aguarda un loco con un hacha. El depravado observa jovencitas por encima de sus hombros. Una pareja saca a pasear su aburrimiento como a un perro ciego por la plazoleta Monte Ararat que sería el último sitio donde estacionaría mi arca. En la esquina una chica casi me atropella si no fuera porque me frené como quien se asoma. Ella sigue andando sin disculparse. Camina rapaz como un buscapié. Su pelo es hermoso. Enrulado. Largo. Pienso que podría usarlo de bufanda o de papel higiénico. Un astrónomo levanta sus brazos y trata de tocar el cielo con las manos. El horóscopo dice que tengo que estar inspirado, que tengo dos muelas menos y ya fumé el cigarrillo que me sembró cáncer. Sin embargo, cuanto más profundo respiro más dentro de mí penetro. Y estoy de cabeza al espacio ¡todos estamos de cabeza al espacio! A medida que el planeta gira las mentes comienzan a marearse como un ventilador. Todo se mueve como un calidoscopio manipulado con la muñeca partida de una camarera que sirve sus copas de ponzoña. La noche crece como barba de verdín, pegajosa como seda agusanada. Te bautiza un río de sudor contaminado con nicotina y alimentos desregulados, manchas, hollín, ralladuras, hendiduras, esmerilados. Dejándote llevar no llegás casi a ningún sitio, girás en una calesita rodeada de paredes como la de Cabrera y Anchorena. Esta misma mañana dormí catorce horas en la misma posición, sin mover un solo sueño de lugar, y al despertar, lo primero que se me cruzó por la cabeza fue que aquí en Argentina todos somos descendientes de pueblos heridos. Mi padre nació huyendo de Hitler. Mi familia tiene sangre india rebajada con española, el mestizaje que trasgiversó el significado de coger. La doctora Balian que me revisaba de pequeño había salvado su pellejo de los turcos a principio de siglo. El peluquero Lorenzo abandonó España en plena guerra civil. Los bolivianos ocupan los conventillos cercanos. Los uruguayos siempre dispuestos a picotear. Los coreanos de los almacenes llegaron para estirar las piernas y respirar sin impuestos. Los servios venden encendedores en los semáforos. Los rumanos tocan el acordeón en los parques. Vivimos en una ciudad que fue abandonada dos veces. Las viejas construcciones caen unas tras otras. Los últimos jardines son talados y en su lugar crecen edificios. Nadie baila tango en plena calle si no es por dinero. Tampoco vi pintando a nadie en la vereda, mojando su pincel con el agua de las zanjas como aquel pincheta que descubrí haciendo su sopa inyectable con esa agua y en un culo de botella. La única vez que vi una pintura en la calle había sido tirada a la basura. Estaba junto a una caja de vajilla en la misma cuadra del edificio donde vive Charly García, allí donde los adolescentes hacen guardia mirando hacia el último piso y chillan entusiasmados si el músico se asoma a escupirlos. Recuerdo que la levanté a pesar de que llovía y que cargarla conmigo me entumecía los dedos. Podía ser una obra o una maestra, pero nunca ambas cosas juntas. Mi intención era blanquearla para después volverla a pintar. No me iba a dar ninguna pena hacer eso, parecía el cuadro de un impresionista pasado por un lavarropas.

Guillermo De Pósfay -
SED [2000] (fragmneto)
Tirada: 4000 ejemplares.

Si te interesa conseguir este libro completo, pedilo escribiendo a guillermodeposfay@yahoo.com.ar


5 comentarios:

Sebastián Pablo Lastra dijo...

Increíble! realmente increíble "Sed", ni más ni menos.
Pablo (Strucchi) me regaló un ejemplar hace poco, de una edición especial de sólo 50libros editados por el asunto. Sed es el tipo de libros que te atrapan de principio a fin, no podés parar de leerlo y cuando llegás a la última página (o a la última línea de cualquier parrafo) sentís esa borrachera de la prosa que te marea, que se te hace carne, la poesía de la verdad.

Lolita dijo...

Genial! un capo el guille!
lo descubri en una feria y ahora ando en su busqueda para calmar mi SED de mas!

Lolita dijo...

Genial! me encantan los viajes del guille!un capo!
lo descubri en una feria y ahora lo sigo buscando!

JUAN P SOUTO dijo...

Coincido totalmente, Guiye es lo mas... como persona y como escritor

Anónimo dijo...

Creo que Guillermo es por lejos el mejor escritor de su generaciòn.