A Román Alegre, del Centro Cultural El Perro, le niegan $ 5.000 por no ser militante del PRO. Allí, chicos de la Villa 21 aprenden herrería y estampa.
El artista. Román Alegre en la sede del centro cultural. Quería ser cura, pero optó por el arte y ocupó el galpón donde vive. (Guadalupe Gaona)
Román Alegre necesita comprar una máquina soldadora y unos pocos insumos para que veinte chicos de la Villa 21 puedan empezar los talleres de herrería y de estampa en el Centro Cultural Ferroviario El Perro, que él lleva adelante. Algo que se podría lograr con el subsidio de 5.000 pesos que solicitó, hace varios meses, al Gobierno de la Ciudad. Sin embargo, por ahora, la gestión de Macri no le otorgó nada ni muestra voluntad de hacerlo.
“Me dijeron que no me lo daban porque no tengo referente político, o sea, porque no trabajo para el PRO.” Cuenta Román y se ríe: no de alegría, claro, pero tampoco con sarcasmo. Se ríe como quien sabe que de algún modo las cosas se van a resolver. Como quien padece –por fortuna– cierto exceso de fe.
Precisamente, Román dice que es bastante místico, que percibe cosas. Le pasó cuando entró por primera vez a este galpón largo y angosto con quince años de abandono, que, antes de ser centro cultural, había funcionado como parte de la estación Buenos Aires, en Barracas.
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De http://www.criticadigital.com/
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