
Una localidad próxima a la ciudad de Valladolid, conocida por el nombre del rey godo Wamba, conserva el mayor osario visitable, con miles de calaveras y huesos perfectamente ordenados en una de las salas de lo que fue un monasterio cisterciense.
La primera impresión que se percibe al entrar en el recinto, del que sólo queda la iglesia de Santa María, una joya visigótica del siglo X, es que alguien dedicó mucho tiempo a ordenar con respeto y cuidado la ingente cantidad de huesos, en su mayoría fémures y calaveras, hasta cubrir las paredes y el suelo, en lo que parece una imagen sacada de la Divina Comedia de Dante.
La incierta antigüedad del osario, custodiado por la iglesia, se remonta al siglo XIII, gracias a la datación efectuada por el médico español Gregorio Marañón en los años ´50 del siglo XX.
Marañón se llevó dos camiones con restos óseos a Madrid para las prácticas de los estudiantes en la Facultad de Medicina, en la que ejercía como catedrático de Endocrinología.
"No existen o no se conocen documentos históricos para saberlo con certeza, sólo lo que apuntó Gregorio Marañón cuando se llevó dos camiones llenos de huesos", explicó el sacerdote José Luis Velasco, párroco de Wamba.
La incierta antigüedad del osario, custodiado por la iglesia, se remonta al siglo XIII, gracias a la datación efectuada por el médico español Gregorio Marañón en los años ´50 del siglo XX.
Marañón se llevó dos camiones con restos óseos a Madrid para las prácticas de los estudiantes en la Facultad de Medicina, en la que ejercía como catedrático de Endocrinología.
"No existen o no se conocen documentos históricos para saberlo con certeza, sólo lo que apuntó Gregorio Marañón cuando se llevó dos camiones llenos de huesos", explicó el sacerdote José Luis Velasco, párroco de Wamba.
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