domingo, 24 de mayo de 2009

Las candidaturas matrimoniales

A Fondo En todo el país se registran postulaciones donde la esposa de un político aspira a un cargo. Sus maridos les delegan lo que parece ser un bien ganancial.

Por Mónica Gutierrez



Una frase tan sonada como machista de los setenta sostenía que a las mujeres la política nos entra por la vagina. En aquellos años desesperados el amor de pareja solía quedar embretado en la dimensión heroica y épica que para muchos suponía la opción revolucionaria. No pocas muchachas de aquel tiempo se debatían entre la “contradicción pequeño-burguesa” de armar una familia como Dios manda o dejarse arrastrar por la pasión amorosa hacia un destino de clandestinidad y muerte.
Otros tiempos los que corren. La relación entre la política y lo marital tiene hoy mucho más que ver con la repartija ganancial que con los ardores que suelen despertar el amor o la ideología.
Las listas presentadas el pasado sábado 9 incluyen, como nunca antes, algo que podríamos llamar candidaturas conyugales.
Puede que haya en las listas alguna novia, compañera o amante, pero en su mayoría se trata de esposas legítimas, de las que, con papeles o no, constan en actas.
Hay quienes creen ver en esto un saludable gesto de igualdad de géneros, de postura no sexista. Otros hacen una lectura un tanto más despiadada, menos feminista, pero más realista. Son los que dicen que los hombres de la política viven a la esposa como una suerte de extensión del propio yo, o mejor: que a la mujer con la que se está casado siempre se la puede tener bajo estricto control. No hay por qué no creer que esto pueda ser cierto en la mayor parte de los casos.
ACA toda la nota

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